El día
16.06.2012, en el diario Gestión, se publicó un artículos de opinión bastante
interesante respecto a la diferencia que existe entre los líderes y los
caudillos. Dicho artículo señalaba, creo con acierto, que:
"Un líder es una persona
a la que un grupo sigue, reconociéndolo como orientador; es una persona que se
preocupa de formar uno o más sucesores. Un caudillo es una persona que manda,
al que un grupo tiene que obedecer; es una persona que por su forma autoritaria
de actuar no deja emerger sucesores, siendo la consecuencia previsible el
declive de esa organización cuando el caudillo se aleja (...)"
"Un líder es eficiente en
el corto y el largo plazo, mientras un caudillo lo es solo en el corto plazo y;
especialmente, en situaciones de emergencia. Por esto, un líder, en situaciones
de excepción, debe saber convertirse en caudillo cuando existen circunstancias
apremiantes en que se requiere actuar rápido, con decisión y dando el ejemplo.
Por tal motivo, un buen líder tiene la habilidad de convertirse en caudillo
ocasionalmente, mientras que un caudillo difícilmente se convertirá en líder,
porque no ve el largo plazo y no se imagina la organización del futuro sin él".
Lo que
se ha señalado creo que describe lo que sucede en nuestras entidades públicas.
En la mayoría de las ocasiones se tiene que los Jefes, incluso los servidores
denominados "de alta dirección" se comportan como caudillos puesto
que sólo saben mandar y están en la creencia de que todo el personal que tiene
a su cargo está en la obligación de obedecer ciegamente.
La
obediencia a la que me refiero está basada simplemente en el deseo de no tener
problemas con sus nuevos jefes, adaptarse a la nueva gestión y trabajar sin
anotar deficiencias, o incluso la corrupción. Es una situación que muchos
aceptan y toleran; y ante la cual pocos se rebelan; con sus consecuencias por
supuesto.
Nuestro
caudillismo está también incentivado por la miserable práctica de imponer
personal "de confianza" pero que está totalmente perdido en el ámbito;
puede haber laborado antes en el sector público pero no tiene capacidades para
hacer las cosas bien. Los nuevos jefes, en todas las nuevas gestiones, tienen
ese defecto; es más, incluso en algunas ocasiones - por no decir muchas -
tenemos que los que se colocan como Jefes resultan ser o muy malos
profesionales, pero honestos en su defensa; o profesionales destacados pero sin
ninguna regla moral; o los incapaces ladrones, sin ninguna vergüenza. Como
quieras analizarlo, los tres supuestos de elección son decisiones ineficientes
para una organización.
Estamos
totalmente perdidos en lo que a la administración pública se refiere puesto que
más nos preocupamos por dictar normas en lugar de verificar nuestras decisiones
internas, analizar el personal que tenemos, entrenarlos, capacitarlos,
liderarlos, exigirle resultados, pero con realismo, ya que no porque llegó
quien se cree "la última chupada del mango" el Ministerio o la
institución "ahora" sí va a caminar derecho. Es más, la deficiencia
está incluso, y muchas veces, en el titular que ponemos al frente para
"liderar" integralmente a la Entidad.
Nos sobran caudillos y nos faltan líderes que mejoren la administración del Estado Peruano.
CIM
2 comentarios:
El problema es más grave que la imposición de los caudillos, el problema está en los ciudadanos que siempre esperan que les den órdenes, porque por sí mismos no se creen capaces de generar las soluciones, igualmente pasa con el personal de las entidades no existe un sentimiento de capacidad sino que mas bien, impera la necesidad de que alguien venga y les solucione los problemas.
Estoy de acuerdo con la atingencia, pero es justamente lo que un líder puede cambiar.
Saludos.
CIM
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