Estuve el otro día en una
charla y uno de los asistentes levantó la mano y me hizo una pregunta que no
comprendí bien: “¿Es necesario que en una ADS, con acto privado, el comité
especial levante un acta de recepción de propuestas?” Como no comprendía bien
el supuesto, le corregí indicando que sería en un acto público, y el asistente precisó
que era un acto privado.
En ese momento le comenté que
no creía necesario que el comité levante acta alguna de recepción de propuestas
porque éstas ingresan por mesa de parte y el sistema de trámite documentario
les asigna un código y que luego éstos – los sobres – son derivados,
operativamente, a la logística para que a su vez sean entregados al comité. No
obstante, con el cargo del administrado queda probada la presentación de su
propuesta.
Ahora bien, si todo ingreso de
documentos por mesa de partes se encuentra registrado en el sistema de trámite
por qué tendría que levantarse un acta de recepción de propuestas, cuando éstas tienen un cargo de ingreso que es
prueba suficiente para acreditar su presentación.
Creo que hay cosas mucho más
importantes y trascendentes que verificar pero supongo que
la innovación para criticar los procedimientos cuando no se es parte de él, es
un ejemplo muy claro y contundente en este país. Me recuerdan aquella frase –
que no se quien la dijo pero que es muy pertinente –: “Después de la batalla, todos son generales”.
A raíz de este comentario estuve pensando
en realizar un concurso de observaciones que se hayan recibido para analizarlas
y premiar a la peor de ellas. Evidentemente, se cuidaría en mantener la
confidencialidad del nombre de los involucrados, tanto del observado como del
que realizó la observación. Para ello deberán escanear el documento y enviarlo
a mi correo electrónico, éste no debe tener borrones, tachones o enmendaduras
para confiar en la fidelidad del documento.
Por lo pronto les comento una
llamada de atención que tuve de un auditor alguna vez, claro que no llegó a ser
observación por lo paupérrimo de su argumentación.
En una oportunidad ningún
participante presentó propuestas, aun cuando estuvieron registrados. Como no
habían postores declaré desierto el proceso. Un auditor que revisaba el
expediente se acercó a mi oficina y me comentó que observaría esta situación
porque según el artículo 34 del Texto Único Ordenado de la Ley de
Contrataciones y Adquisiciones del Estado, aprobado por D.S. 083-2004-PCM
indica que desierto es cuando no queda válida una sola propuesta y en este caso
no habían existido descalificaciones a las propuestas así que no era una
situación de desierto. Le respondí que no habían propuestas inválidas como señalaba la
norma porque simplemente no habían propuestas así que le dije: “si no es un
proceso desierto qué sería”.
Muy suelto de huesos el auditor me indicó: “la
verdad no sé lo que podría ser, pero la institución de desierto no puede ser porque no se contempla como supuesto” Ante esa situación no me quedó
más remedio que decirle que lo observara, pero más allá de si está o
no contemplado expresamente el supuesto, es evidente que se trataba de un
desierto y que así lo sustentaría. Nunca me fue hecha la observación, tal vez
porque lo pensó mejor o simplemente alguien lo obligó a no observar esas cosas.
Lo dejo como anécdota, más adelante podremos comentar más de estas situaciones
graciosas.
Saludos.
CIM.